Hecho por: Luisa Fernanda Arias Jaramillo, autora del blogg. 2015
Los pueblos y culturas que habitaban el
continente americano, antes de la llegada de los colonizadores europeos, solían
utilizar diferentes tipos de fármacos que alteraban sus estados de conciencia
pararealizar en esos estados rituales y ceremonias, o que bien, modificaban sus
estados de ánimo y energía corporal. Aquellas sustancias las obtenían
directamente de plantas originarias de cada región, que abundaban en especies y
variedades por todo el continente.
Fueron esas sustancias las que le permitieron
a diferentes culturas la creación de un imaginario colectivo sagrado, partiendo
de las experiencias que tenían con las plantas, que además en algunos casos
tenían propiedades curativas y medicinales, de allí que sean llamadas “enteógenos”.
También permitieron que las comunidades obtuvieran conocimientos sagrados y
espirituales, pues algunos de aquellos fármacos utilizados tenían propiedades
visionarias y ellos las tomaban como revelaciones que les hacían los dioses.
En la América precolombina la diversidad de
los territorios fue un condicionante para los pueblos que se asentaban a lo
largo de aquella gran extensión de tierra, pues sus configuraciones varían de
climas cálidos a fríos, su geografía de valles a grandes alturas, por
consiguiente cada asentamiento humano debía adaptarse a las condiciones
específicas del lugar, adaptándose también, a consumir lo que la tierra allí
les ofrecía, incluso sus plantas psicotrópicas. Debemos tener en cuenta que América
es un continente con gran diversidad de ese tipo de plantas, como afirma
Escohotado(1998) “Un factor común que
compartían todos los pueblos era la gran riqueza y diversidad de flora
psicoactiva” (pág. 77) refiriéndose a plantas que contienen en su mayoría sustancias
alcaloides de tipo indólicos o fenetilaminas. Por lo tanto cada pueblo poseía
sus propios ritos con diferentes sustancias.
La mayoría de los nativos fueron nómadas,
cazadores y recolectores, solo algunos pueblos llegaron a formar fuertes
estructuras sociales, como es el caso de los habitantes de Centroamérica y las
cordilleras andinas.
En el caso de América central, “hacia el
siglo X antes de Cristo, florece la civilización Olmeca, ubicada en la actual
Guatemala”(Escohotado, 1998, pág. 77) Y es “en los restos
de esta cultura donde se descubren las primeras piedras con forma de hongo
psilocibio, en una tumba”Borhegy citado por (Escohotado, 1998) , lo que claramente indica que en aquella
civilización ya le rendían culto a este tipo de sustancias, pero que además le
daban una connotación sagrada. Debe tenerse en cuenta que esa zona cuenta con
una gran variedad de hongos psilocibios (cuyas principales sustancias
psicoactivas son la psilocibina y la psiloscina). En las culturas Maya y
Tolteca también existen evidencias de la utilización y el culto a los hongos de
esas características.
De hecho en el libro Relatos de Poder de
Carlos Castaneda(Castaneda) ,
un antropólogo mexicano que se encontraba haciendo una investigación acerca del
uso del peyote por las antiguas tradiciones, se relata cómo,un hombre sabio
heredero de la tradición tolteca, Don Juan lo induce a experimentar con los
hogos y le habla sobre el poder que se le atribuye a éstos.
Del imperio Azteca existen testimonios de
cronistas españoles, como fray Bernardino de Sahagún, “que evidencian el uso de
plantas, una trepadora (ololiuhqui),
una cactácea (peyote) y hongos
psilocibios, que eran llamados teonanácatlpor
los nativos”(Escohotado, 1998, pág. 78) . Cada una de estas
plantas contiene sustancias altamente psicoactivas y visionarias, la trepadora
contiene aminoácido lisérgico, el peyote contiene mezcalina y los hongos
contienen psilocina y psilocibina. Según (Escohotado, 1998) Su consumo fue juzgado como idolatría
por los mismos cronistas españoles-incluso más tarde esas prácticas serían perseguidas
por la iglesia y la corona-. Pero en las ilustraciones de ésta cultura también
aparecen la flor del tabaco, el botón de siniquiche (su nombre científico es
Heimiasalicifolia, es un fármaco poco investigado aún) dándo a enter que los
únicos enteógenos no solofueron los mencionados por Bernardino de Shagún, sino
que a su percepción se le escaparon innumerables sustancias y/o plantas.
Los españoles desde su llegada tuvieron
grandes prejuicios y estuvieron en contra del uso que hacían los indígenas de las
plantas, “en sus afirmaciones las relacionan directamente con Lucifer” (Escohotado,
1998, pág. 79)
a pesar de los efectos medicinales.
En las civilizaciones andinas, en cambio, la
planta que mayormente utilizaban era la coca, con efectos estimulantes del
sistema nervioso a causa de su sustancia activa: la cocaína. “Las evidencias de
la utilización de esta planta se vincula a la cultura Chavín, que florece hacia
el siglo X a. C.”(Escohotado, 1998, pág. 82) De esta civilización
también hay representaciones del cactus llamado San Pedro o Trichocereus el que
contiene la misma sustancia que el peyote, mezcalina. Y que según (Escohotado, 1998) “Su uso pervive en rituales religiosos y
curas chamánicas” en el territorio que comprende desde Ecuador hasta Bolivia.
En la era incaica, la coca tuvo especial
protagonismo, aunque el uso de esta planta es mucho anterior que éste imperio.
“En el caso de los incas la coca era otorgada como un don a la propia
autoridad” (Escohotado, 1998, pág. 84) La coca era un
componente de los tributos que debían hacerse a los emperadores y solo de vez
en cuando era concedida a soldados y obreros.
Otras drogas estimulantes que se utilizaron y
se utilizan aún hoy en América, con efectos similares al que produce la coca,
pero que su sustancia estimulante suele ser la cafeína en pequeñas cantidades,
son: la hierba mate y el guaraná, también el cacao, aunque el tratamiento que
se le da actualmente anula muchas de sus virtudes excitantes, tal como era
utilizado en la América precolombina.
Lo interesante de este proceso es dar cuenta
cómo fueron perseguidas y satanizadas aquellas practicas por la iglesia
católica y las coronas europeas, instituciones que, como afirma (Escohotado, 1998) estuvieron viviendo
una dualidad pues no se decidían si reconocer lo poderes medicinales y
curativos y además los conocimientos que habían adquirido los nativos sobre las
plantas o simplemente condenar del todo esos saberes, perseguirlos y tratar de
suprimirlos. La mayor parte de los casos fueron perseguidos y condenados por
los poderes monárquicos. Aun así muchos de esos rituales o prácticas lograron
sobrevivir en el tiempo, con la historia y los pocos herederos de las
tradiciones.
Aunque sobre la historia de Mesoamérica
existen muy pocas evidencias, es le reconocer en los restos arqueológicos y
también en los ecos de las tradiciones orales, la importancia que jugaban las
plantas psicoactivas dentro de las diferentes culturas que habitaron el
continente, pues en gran medida influyeron en la conformación de las mismas
(con aspectos como la creación de imaginarios colectivos, establecimiento de la
espiritualidad y tradiciones religiosas, la percepción del mundo desde su
entorno y sus estados alterados de conciencia, el chamanismo, entre otros) y
evidentemente en la estructuración psicológica de sus individuos, según la
sustancia usada.
Y que lograron sobrevivir a través de los
siglos, superando incluso cruzadas inquisidoras, que algunas de estas prácticas
aún se lleven a cabo aunque en pocas y esporádicas proporciones -comparado el
número de ocasiones actualmente con el antiguo- para mi percepción este hecho
da cuenta de lo arraigadas que eran -y son todavía- ese tipo de prácticas en
las tradiciones aborígenes.
Aunque los usos que actualmente se le dan a
las sustancias psicoactivas que abundan en América es, en la mayoría de los
casos, recreativo; cabe destacar que en algunas tradiciones aún se celebran
rituales para consumirlos y que sobreviven las tradiciones chamánicas:
“el conocimiento que se
tiene de las plantas con poder psicoactivo, de los mecanismos para extraer
mejor dichas sustancias, la cantidad necesaria para el consumo, así como los
diversos métodos de incorporación al organismo humano (…) todo ello
requiere de largos procesos de
aprendizaje y experimentación” (Días, 2002) .
Por ejemplo en la región del amazonas son muy
frecuentes las ceremonias de “yajé” o “ayahuasca” (nombres con que se conoce la
preparación de la planta Banisteriopsis, una enredadera de la selva (Días, 2002) ).
Sin embargo el uso de sustancias psicoactivas
y excitantes se ha extendido por todo el mundo, ahora con intensiones
recreativas, como lo es en caso del peyote en Centroamérica, el cual aún es muy popular entre
la gente, aunque no necesariamente herederos indígenas, y que probablemente no
conozcan las raíces culturales del uso de esa sustancia al igual que sucede con
muchas de las plantas descritas, como con el uso de hongos psilocibios cuyo
consumo es una práctica que se ha extendido por todo el continente y por las
diferentes culturas del mundo con fines recreativos. Algo que evidencia
muchísimo esa situación es el uso del tabaco a nivel mundial ya que esa planta
era sagrada para los nativos americanos.
Debemos pensar entonces cuales son los
orígenes de nuestras costumbres en general y cuestionarnos acerca de la
legitimidad de estas, en cuanto a que desde cierto punto de vista, la mayor
parte de ellas ha sido impuestas por una cultura totalmente opuesta a nuestras
raíces. También sería pertinente reflexionar acerca de los que causan en
nuestros cuerpos y en nuestras mentes las drogas que utilizamos, sin darle la
connotación de tabú -pues eso solo entorpecería tales procesos- para evaluar objetivamente si es
correcto darles un uso recreativo y frecuente.
Bibliografía
Castaneda, C. (s.f.). Relatos de poder. Mexico.
Días, F. G. (2002).
Revista electronica de Ciencia Penal y Criminología. El consumo de drogas
en los pueblos precolombinos. Santiago de Chile, Chile.
Escohotado, A. (1998). Historia de las drogas.
Madrid: Alianza Editorial S.A.